King Wallis Vidor es uno de los directores fundamentales de la historia del cine. Sin él, el séptimo arte no habría sido el mismo. Sin él, un generoso puñado de obras maestras no habría existido. En efecto, Vidor podría ser calificado como el superpionero, ya que él solo encapsula toda la historia del Hollywood clásico, desde las películas de dos bobinas de la producción muda independiente y la formación de las grandes "majors" de Hollywood hasta las grandes superproducciones en color y formato panorámico de los años cincuenta y la investigación de nuevas formas de expresión en los sesenta. Es más, el cineasta texano resulta ser uno de los más influyentes de toda la historia, si no el que más, pues su huella se rastrea por todo el orbe: desde sus compatriotas coetáneos hasta la apelada generación de la violencia, desde el realismo poético francés hasta los nuevos cines, desde el neorrealismo hasta el cine japonés, de Hitchcock a Bergman, de Buñuel a Godard, de Rossellini a Sirk, de Ozu a Rivette... Y, en fin y sobre todo, Vidor es uno de los gigantes del cine, pues su obra es una de las seis u ocho más esplendorosas del medio, sin apenas baches, repleta, en cambio, de títulos magníficos y de obras maestras que figuran por derecho propio en el más selecto olimpo cinéfilo, tales como "El gran desfile", "La Bohème", "... Y el mundo marcha", "La calle", "El campeón", "El pan nuestro de cada día", "Noche nupcial", "Stella Dallas", "Duelo al sol", "Más allá del bosque", "Pasión bajo la niebla", "Guerra y paz", y muchas otras.