Juan Falconi nace en la localidad almeriense de Fiñana, en el año 1596 en el seno de una familia de profundas creencias cristianas, y gracias, a decir de algún biógrafo contemporáneo, a las bondades y virtudes de "los baños que hay en aquella tierra que dicen de Alhamilla". Profesa en la Orden de la Merced, estudia Teología en Salamanca y ejerce de lector en Alcalá de Henares. Abandona voluntariamente el puesto universitario para dedicarse a la dirección espiritual y la confesión. Alcanzará gran relevancia en el entorno de Isabel de Borbón y toda la corte de Felipe IV. Sus ideas le sitúan en el centro de elogios y críticas, que culminan en una acusación de hechicería y manipulación por la habilidad que muestra para convencer las mentes, y cambiar costumbres inmorales. Algunas de sus teorías, investigadas por la Inquisición, fueron ratificadas por el Concilio Vaticano II. Falconi es hoy un gran desconocido, un injustamente olvidado, y merece el homenaje de la edición de esta antología que pretende recuperar su voz y hacerla audible en un mundo que parece dar la espalda a las creaciones del espíritu.