El Estado español tiene uno de los códigos penales más duros de Europa y todo parece indicar que se endurecerá más. Este libro analiza, desde una perspectiva sociopolítica, cómo se ha llegado a esta situación y denuncia la falta de justificación de algunas reformas penales. Sin embargo, las tasas de criminalidad se utilizan para explicar el aumento de las penas para determinados delitos, como la pequeña delincuencia, que contrasta con la pasividad que se ha mostrado ante otros delitos como la corrupción. La deriva punitiva iniciada a principios de siglo ha estado protagonizada por todos los Gobiernos pero tiene como cómplices a los medios de comunicación, que garantizan el nivel de percepción de inseguridad que los cambios en el código penal requieren para no ser rechazados. En esta línea, la autora describe cómo el miedo y la necesidad de la ciudadanía de sentirse segura se manipulan para obtener rentabilidad política y, sin embargo, no se logra afrontar el fenómeno social de la criminalidad.