Considerando que los catálogos de las librerías de viejo son una forma de hacer crítica literaria -ponerle precio a un volumen, ya es crítica literaria- el autor de este libro saca de sus anaqueles algunos libros y, para afrontar la crisis, los pone a la venta. Aprovecha para hablar pausadamente de ellos, o de sus autores, o de sus anteriores propietarios, o de sus temas de fondo. Desfilan así por el catálogo figuras peligrosas como Theodore Kaczinski, Agustín García Calvo o Serguei Nilus, escritores raros como Felipe Alaiz, Juan Errandonea o el poeta Marullus y eminencias excesivas como Eric Satie, Eric Gill o Wyndham Lewis. Los asuntos son, inevitablemente, variados y distintos, desde la influencia de Gilgamesh en el Génesis a la religión del fútbol, desde el sadomasoquismo de Historia de O al amor cortés de Jaufré Rudel, desde el mundo sin máquinas de Unabomber a las máquinas pensantes de Turing. Al fin y al cabo, el redactor del catálogo parece tener sólo una cosa clara: todos los libros importantes hablan de lo mismo: de mí, de ti, de nosotros.